Tercera ola de la pandemia que nos azota desde marzo del año pasado, nuestra ciudad cerrada perimetralmente, la hostelería agonizando y tras unas navidades asesinas, mi casa a finales de enero está llena de gente. Sí, como lo oís, en todas las habitaciones se escuchan voces y murmullos propios de un parque o de un bar. Me explico: mi hijo juega en línea al fortnite día y noche con un puñao de compañeros de clase, cuando paso por su habitación y miro de reojo veo que siempre escoge ser una amazona aguerrida que con destreza lanza sus flechas en la batalla, su elección me maravilla y sus gritos en el fragor de la partida, por momentos me enervan.
Justo en la habitación de en frente su hermana mayor realiza videoconferencias eternas con una amiga del alma; conversan, ven películas, pintan, se maquillan y meriendan juntas…. Cuando entro en sus aposentos para darle algún recado escucho a alguien masticar y enseguida saludo, ¡hola Lucía!, ¿cómo estás?, bien, me responde como si no fuera la cosa conmigo. En ocasiones hasta se sienta a la mesa con nosotros, cuando logramos realizar una comida juntos.
Desde el pasillo escucho a mi pareja en el salón, teletrabajando, su voz es grave y retumba en toda la casa cuando eleva el volumen para hablar con sus clientes, mientras tanto nuestra cobaya peruana de pelo largo aporta al ambiente sonoro golpeando su cabeza contra la jaula para pedirnos más pienso (luego existo). Y aquí estoy yo con mi copa de vino en la mano esperando a que me llegue el enlace que me transportará a la barra del bar, he quedado en contactar con mis amigas por zoom a las ocho.
Por ahora los vecinos no dicen nada y tampoco han denunciado a pesar de que en poco menos de 90 metros cuadrados se arma todos los días un jolgorio importante y pudiera parecer que somos más de los que estamos, si bien sombras, espíritus y fantasmas no nos faltan por ahora y acompañan un montón. Me pregunto si cuando todo esto acabe abandonarán la casa o seguirá estando encantada.
Tu casa siempre es vida, amistad, diversión….buen rollo. Me encanta.
Vivimos en la era digital. Por lo menos se nota en tus palabras que ahí hay comunicación, que es lo que realmente importa. ¡Y eso no siempre ocurre en este tipo de redes!