Sin Categoría

Sobre el estado de la cuestión

Aún estando escribiendo todo el día, si no sobre el teclado, ensimismándome con diferentes ideas, centrifugando la línea de palabras que en algún momento dejaré tendida frente a tu mirada, a la intemperie, considero que hay conceptos que al definirse, siempre se quedan cortos. Para explicar el proceso de separarse, en este caso y supongo que en otros, no me vale soltar una palabra sin más y dejarla remolonando a mi alrededor, ¡ale , ya está!, sería una especie de paternidad poco responsable con el vocablo, la imagen y todo lo que pueda llegar a evocar. Así que voy a explicarme.

Claro que era el momento de separarse, de ello no tengo la menor duda, al hacerlo de esta manera pretendidamente avenida, porque nosotros no encontraríamos otra manera de hacer las cosas, una es más consciente de lo que todo ello conlleva después de treinta años de pareja, de ellos 14 casados ya y con dos hijos maravillosos, una de 15 y otro de 13. Toda una vida que ya no quiero seguir viviendo como lo hacía, aunque actualmente mantenga muchas cosas de las que no quiero prescindir porque no todas ellas tienen que ver con los motivos para separarme, no todas ellas me sobran.

No voy a lo que no quería, voy a lo que sí estoy recuperando:

-Ir a mi ritmo, no llega a ser lo mismo que vivir sin reloj pero se parece mucho, los márgenes del día son más difusos desde que yo los marco porque el tiempo tiene también mucho que ver con las emociones y la prisa se vuelva a veces una agresión. Si le quitas la i y le pones la e, ya lees presa…

-Hacerme responsable únicamente de mis emociones, lo que no quiere decir que no haga un esfuerzo por enseñar a mis hijos, todavía en período de adolescencia (cuanto más si cabe), a manejar las suyas, o no pueda empatizar con lo que sienten otras personas queridas que me rodean. Pero si ello implica que los demás dejen de hacer el esfuerzo por entender, adaptarse ó aceptar sus emociones, flaco favor les hago, y por ende a mí misma, que ya tiene una suficiente con su propio huracán sentimental…

-Volver a cocinar, porque alimentarse es un legado familiar que hay que aprender a compartir con quien se viva, aunque a tu alrededor existan otros legados culinarios interesantes. Si una está hecha de cocidos y verduras, claro que también disfrutará de arroces y asados pero no conviene establecer jerarquías al respecto, sería ello una falta de educación y una traición al cuerpo que hemos criado.

Por ahora esto, que no es poco, mejora mucho mi vida y las de las personas que me rodean. Llegar a los cincuenta no quiere decir que tengas que tirar el resto de tu vida siguiendo dinámicas similares (mucho menos cuando ya llevas treinta años haciéndolo y hay muchas cosas que empeoran), puesto a pensar habrá que preguntarse si estás a gusto contigo misma, no tanto con lo que eres, que siempre es más subjetivo, sino con lo que estás haciendo. ¿Y cuánto tiempo más quieres seguir haciéndolo?

Y ojo, aunque no lo parezca, todo esto sin acritud, que quizás he tardado mucho tiempo en darme cuenta de muchas cosas o no he sido capaz de reaccionar antes, en todo caso, en la parte que me corresponde entono el «mea culpa» y deseo que mi contrarreflejo también le vea únicamente ventajas a este cambio tardío pero necesario.

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