Sin Categoría

Mis vecinas

La vecina de arriba dice que con las heladas la hierba dejará de crecer, me paso el día desbrozando, las ortigas crecen a velocidad de crucero. Pero el caso es que no acaban de bajar las temperaturas. Ella ya tiene preparado el huerto para empezar a plantar.

La vecina de abajo, Nieves, me cuenta que hace tiempo llegó a hacer tanto frío que los carámbanos colgaban de los tejados, parece impensable ahora mismo. A Nieves le regalé recientemente un esqueje de lavanda, me dijo que no conocía esa planta, le mostré como olía la flor y le acerqué la  colonia que se fabrica con su fragancia, le encantó y se fue aparentemente muy contenta a plantarla. La semana pasada me regaló otra calabaza y varias cebollas. Su marido se murió hace unos meses, salía poco de casa, estaba muy delgado, yo, cuando llegaba de trabajar, le veía sentado en la galería y le saludaba, él me devolvía el saludo de manera muy afable. A los pocos días de morirse ella ya estaba cortando con una hoz la hierba crecida al borde del camino. Me dijo que había que morirse, que era lo normal a su edad, lo que tocaba y que ella no se iría de su casa mientras pudiera vivir sola, ¿dónde iba a estar mejor?. Su familia la visita a diario, ella dice que eso es porque tienen miedo de que se muera. A veces sube el tendero con su furgoneta y ella le compra lo que necesita y siempre pide bizcochitos con chocolate, me recomienda que los compre, que están muy buenos. También me cuenta que se siente muy tranquila al ver la luz de mi casa encendida, yo sí que me tranquilizo cuando me habla de su vida.

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