Apareció de repente, como siempre,
estaba yo dejándome aplastar por el peso de la noche,
en ese trance en parte agónico que conlleva perder la consciencia y pasar al otro lado,
casi narcotizada por el cansancio, apenas percibiendo los estertores del día que termina.
Apareció para despertarme y meterme miedo en el cuerpo
cuando ya estaba yo cayéndome dentro de mí misma,
en mi propio agujero negro,
sintiendo un extraño vértigo debido a la gravedad cero que existe en mi interior,
que ni me deja partirme la crisma ni me deja hacer pie.
Apareció para generar inquietud (como otras veces) y recordarme
que la vida está hecha también de contratiempo, incertidumbre y escalofrío.