sin embargo es ese momento del año en el que celebramos a la vez una despedida y una bienvenida, ese espacio bisagra en el que cerramos una puerta comiendo uvas y abrimos otra nueva brindando, pasando seguidamente a abrazarnos como boxeadores noqueados por el paso del último año, a veces extenuados y también algo temerosos de volver a ring. Es ese mes que contiene el día 0, un día ficticio que comprende el intervalo que transcurre desde las 12 del mediodía del 31 de diciembre hasta 12 del mediodía del 1 de Enero. El 0 de enero lo crearon los astrónomos para poder hacer cálculos sobre el tiempo y sin darse cuenta al mismo tiempo provocaron nuestra imaginación para crear historias al respecto, aumentando el cauce de los ríos de tinta. ¿A quién no le apetece escribir una historia que transcurra en el día 0 del año, ese que no aparece en los almanaques de papel pero sí es reconocido como fecha válida por Microsoft Excel? Multiplícate por cero.
Aunque aún no han llegado las heladas el viento sopla hoy con tal fuerza que parece que te está hablando, un murmullo constante que a veces sobrecoge y a pesar de que tampoco han bajado las temperaturas, estar fuera de casa se vuelve muy desagradable. Mes del recogimiento personal, de hacer hogar junto a una chimenea ó un radiador y cocinar a fuego lento sopitas, purés, cremas… De echar tiempo en proyectar el año que comienza con nuevos propósitos, ideas y proyectos, de comenzar a ilusionarse de nuevo.
El campo se para, las ortigas han dejado de crecer hace tiempo, en realidad está como algunos animales, hibernado y aunque no dará tanto trabajo como en meses posteriores, es, por ejemplo, el momento para cortarle las uñas a los árboles, los podamos, los preparamos antes de que vuelvan a crecer los nuevos brotes para conseguir mejorar los frutos. También nosotros aprovechamos los tiempos de oscuridad y frío y nos preparamos para todo lo que queda por llegar, tiempo de refexión, de balance, de conclusiones, de aceptación y de renovación. Mes de funcionar a medio gas, de perfil bajo, de ralentización porque no nos engañemos, en febrero, cuando menos lo esperemos sentiremos el pálpito de la primavera bajo el pecho, aunque oficialmente no llegue hasta más adelante y perderemos en poco tiempo esta interesante versión pausada de nosotros mismos, mudaremos de piel cual mantis religiosa y empezaremos a ser de nuevo víctimas del frenesí.